domingo, 12 de septiembre de 2010

ELEMENTOS PARA PENSAR LA PROBLEMÁTICA SOBRE EL METODO PSICOANALITICO

Clara Cecilia Mesa



ABSTRACT

Este texto fue presentado en la 3a sesión del Seminario de Investigación de la Maestría de Ciencias Sociales : Psicoanálisis, Cultura y Vínculo Social, con el fin de renovar la problemática tanto conceptual como epistemológica que intenta dar al psicoanálisis un lugar dentro de la Ciencia, sin que sea posible acomodarle facilmente de un lado o de otro, ni dentro de la Ciencia de la Naturaleza ni de las hoy llamadas Ciencias Sociales. Definir la particularidad de su objeto, así como lo novedoso de su campo se hace necesario para poder determinar cuál es el método que habrá de permitir el rigor en las investigaciones en Psicoanálisis y con Psicoanálisis, según la pertinencia de cada una de las que se cursarán en la Maestría.



El recorrido para dar cuenta de un modelo propiamente psicoanalítico de investigación, habrá de ser largo y dispendioso pues habrá de implicar, para decirlo con Heidegger (1) delimitar el "sector abierto" o el campo en cual se construirá su propio "sector de objetos a partir del cual un proyecto de investigación asegurado por el rigor podrá dar cuenta de aquello que define su práctica.



Si bien, más adelante, abordaremos más detenidamente y en rigor el momento histórico, el momento lógico en la historia de la ciencia que hizo posible la emergencia del psicoanálisis y que podremos entonces discutir su estatuto científico, las relaciones entre el psicoanálisis y la ciencia incluso sobre las condiciones de ruptura epistemológica, hoy nos ocuparemos a modo de entrada, de abrebocas, de los elementos fundamentales en la obra Freudiana para la construcción de su método particular así como la delimitación de un "sector de objetos" en un campo abierto ya por la pregunta por el ser del hombre que le venía desde la filosofía y que había producido ya allí algunas respuestas.



El momento en que surge la propuesta Freudiana, es un momento de una verdadera revolución epistémica, es final del siglo XIX y la emergencia de las llamadas Ciencias del Espíritu o llamadas también "Ciencias Morales" por cuanto provenían del campo de la Filosofía y la Historia, hoy llamadas también Ciencias Humanas y Ciencias Sociales. Esta emergencia agitó grandes pasiones teóricas, removió el piso al saber científico, pues las nuevas ciencias se reclamaban como portadoras de un saber distinto abriendo una dualidad entre Ciencias de la Naturaleza y Ciencias del Espíritu.



Según Assoun ""la situación se fundaba en una distinción entre la esfera de la naturaleza, justiciable de los métodos que habían dado pruebas de sus aptitudes en la ciencia clásica (Galileana) y una esfera de la historia y del hombre que tenía que dotarse de una metodología sui generis "



1883, el año en que Freud inicia sus práctica médica es el momento en que estalla la llamada "querella de los métodos", es el año en que aparece el libro de Carl Menger "Consideraciones sobre los métodos de las ciencias sociales" y "La introducción a las Ciencias del Espíritu de Wilhem Dilthey quien abre camino como el teórico principal de las Ciencias del Espíritu , hijo de un pastor luterano (En la segunda parte veremos cómo la reforma luterana abre el camino para movimientos epitemológicos que harían posible la emergencia del psicoanálisis) quien quiso fundamentar la historia y las demás ciencias que se relacionan con el hombre en cuanto ser histórico y social, demostrando que el método de las ciencias naturales no hace justicia a su peculiaridad.



Así, escribe W. Dilthey en 1911, el año de su muerte, en el prólogo a su V volumen de su "Introducción a las Ciencias del Espíritu" : "La Filosofía de las Ciencia Positiva no satisface la fundamentación de las Ciencias del Espíritu. De esta situación surgió el impulso que domina mi pensamiento filosófico que pretende comprender la vida por sí misma. Este impulso me empujaba a penetrar cada vez más profundamente en el mundo histórico con el propósito de escuchar las palpitaciones de su alma ; y el rasgo filosófico consistente en el afán de buscar el acceso a esta realidad, de fundar su validez, de asegurar el conocimiento objetivo de la misma, no era sino el otro aspecto de mi anhelo por penetrar cada vez más profundamente en el mundo histórico" (4)



El objeto de estas ciencias pues no sería lo externo, o ajeno al hombre sino el hombre mismo, es decir el enfrentamiento de ambos métodos implicaba también el enfrentamiento de objetos particulares, mientras de un lado estaba el problema" del nexo entre la materia y la fuerza, y de la esencia respectiva de la fuerza y la materia, por otra parte estaba el problema de la conciencia en su relación con las condiciones materiales y los movimientos, el problema por la sustancia ( fondo o principio comande las fuerzas de la materia) y cómo esa sustancia siente, desea, piensa" (3) los que desde su comienzo se planteaban como incalculable, incognoscible.



Ya 90 años antes, Kant había propuesto como un límite a la ciencia de la naturaleza el hecho de que no sólo existían los fenómenos que la experiencia permite delimitar, medir, cuantificar ordenar y finalmente conocer, sino que además existen los Noumeno o "cosas en sí" que no pueden ser conocidos a través de la experiencia, que solo pueden ser conocidos a través de la imaginación o el pensamiento, esto es por categorías a priori, es decir categorías que funcionan independientemente de la experiencia y que determinan las condiciones del conocimiento.



En ese campo abierto propone Freud un objeto particular de estudio, una esfera determinada de fenómenos a los que llama los fenómenos inconscientes los que trató de ajustar al modelo de la ciencia a pesar de que como dice él mismo " Desde muy diversos sectores se nos ha discutido el derecho a aceptar la existencia de un psiquismo inconsciente y a laborar científicamente con esta hipótesis" (5) ... y acuña su objeto en la propuesta Kantiana diciendo : "Del mismo modo que Kant nos invitó a no desatender la condicionalidad subjetiva de nuestra percepción y a no considerar nuestra percepción idéntica a lo percibido incognoscible, nos invita el psicoanálisis a no confundir la percepción de la consciencia con los procesos psíquicos objeto de la misma" (6)



Estos que apenas son trazos del recorrido epistemológico que amerita hacer para ubicar al psicoanálisis respecto de las ciencias, nos da elementos para hacer una apuesta por la vía que Freud pudo tomar en la llamada querella de los métodos, su momento era distinto y tenía la alternativa, podía optar entre inscribir su naciente ciencia entre las naturales o bien entre las del espíritu, habrá que ver cómo opta Freud.



Muy temprano, en 1895 se propone su proyecto de investigación titulado precisamente "Proyecto" aunque él mismo no lo tituló y sólo fue dado a la luz pública 11 años después de su muerte, es un proyecto a través del cual pretendía presentar su nueva psicología para los neurólogos de su época, época esencialmente neurocentrista. Comienza su proyecto con todo ahorro de rodeos diciendo : " La finalidad de este proyecto es la de estructurar una psicología que sea una ciencia natural ; es decir representar los procesos psíquicos como estados cuantitativamente determinados..." (7) por un lado se ocupa de los procesos cuantitativos, pero además más adelante entre las tesis básicas se ocupa del problema de la cualidad porque considera que una teoría psicológica, además de cumplir los requisitos planteados por el enfoque científico natural debe satisfacer aún otra demanda fundamental, en efecto debe explicarnos todo lo que conocemos de la manera más enigmática a través de nuestra consciencia, a pesar de que se presentan como fenómenos que parecen darse independientes de la conciencia.



Es el primer encuentro con la paradoja del psicoanálisis, la ambición Freudiana no renunció nunca a inscribir su ciencia entre las Ciencias Naturales, el modelo propuesto en sus comienzos y veremos de que modo es permanente, es el modelo de investigación de las ciencias de la naturaleza a pesar que el campo desde el cual había tomado su objeto era de la filosofía así dice "El Psicoanálisis parte de un supuesto básico cuya discusión concierne al pensamiento filosófico pero cuya justificación radica en sus propios resultados.."(8) De allí sin duda la dimensión paradojal, pero también la atopia particular que caracteriza al psicoanálisis, la impresión de ser extimo a cualquier campo que se le confronte.



Actualmente se ven perfectamente estas dificultades, por ejemplo si nos atenemos a los manuales DSM a lo largo de su evolución, el DSM I que es de 1952 y el DSM II, de 1968 entienden los trastornos asociados a la ansiedad como trastornos psiconeuróticos, que es el término que usó Freud para denotar el origen psíquico de las neurosis y no tanto en el DSM I como en el DSM II se produce una vuelta intensa a la psicopaología Freudiana, considera los factores etiológicos y atribuye a los fenómenos inconscientes la causa del malestar de un sujeto y se define la neurosis como Freud, como una defensa contra la angustia, sin embargo el cientificismo creciente determinó que "los trastornos expresados por fenómenos inconscientes y sujetos a hipótesis teóricas de poca contrastación empírica hacían que estos sistemas fueran de escasa fiabilidad y validez, en consecuencia el DSM III presenta como avance científico que es más descriptivo y detallado, más específico, por ejemplo los trastornos de ansiedad (angustia) son definidos con gran especificidad y operatividad de criterios, es más fiable y más válido puesto que elude los supuestos etiológicos psicodinámicos, es ateórico y se centra más en conductas observables que en conductas inferidas, sobre todo al suprimir las premisas psicoanalíticas " (9) y del DSM IV no hay mucho que hablar, se declara como un " Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos Mentales, para el cual la utilidad y credibilidad exigen que se centre en objetivos clínicos, de investigación y educacionales y se apoye en fundamentos empíricos sólidos"(10)



Freud, sin embargo se esforzó en demostrar cómo no existiendo verificación objetiva del psicoanálisis ni posibilidad alguna de demostración podría mantenerse como una disciplina científica y hacer de él una enseñanza, es decir cómo a pesar de ello podía transmitirse un saber a partir él.



Tiene un interesante recorrido ya posterior al Proyecto, en 1915, en una de las Lecciones Introductorias a propósito de los actos fallidos, en la que se propone investigar otras oscuras regiones de la vida anímica, pues siempre consideró que la psicología que no pudiese explicar los sueños o los actos fallidos, tampoco podría nunca explicar la vida anímica normal y menos aún aspirar a ser ciencia.



Lo que pretende investigar en otras obscuras regiones de la vida psíquica es cómo las analogías entre unas y otras puedan "aportarnos el valor para formular las hipótesis susceptibles de conducirnos a una explicación más completa... pero advierte que el guiarse sólo por pequeños indicios trae determinados peligros, entre ellos, ninguna garantía de exactitud ". La propuesta entonces que tiene para evitar tal peligro es "dar a nuestra observaciones la más amplia base posible, es decir, comprobando que las impresiones que hemos recibido en el estudio de los actos fallidos se repiten al investigar esas otras regiones de la vida anímica. Deja por lo tanto una advertencia :



"Conservad en vuestra memoria a título de modelo, el modelo seguido en el estudio de los actos fallidos, método que ya habrá revelado a vuestros ojos cuáles son las intenciones de nuestra psicología . No queremos limitarnos a describir y clasificar los fenómenos, queremos también concebirlos como indicios de mecanismos que funcionan en nuestra alma y cómo la manifestación de tendencias que aspiran a un fin definido y laboran unas veces en una dirección y otras en direcciones opuestas. Intentamos pues formarnos una concepción dinámica de los fenómenos psíquicos, concepción en la cual los fenómenos observados pasan a segundo término, ocupando el primero las tendencias de las que suponemos que son indicios" (11)



Es decir su investigación en este primer momento sabe que el rigor depende de haber definido un rasgo fundamental a partir del cual definir un sector de objetos que al decir de Heidegger "Este es el que ofrece la medida y la vincula a la condición del representar anticipador" Pág. 81.(12) Por lo demás, no hay la menor duda de que Freud intentó mantener el modelo de las ciencias naturales, pero al mismo tiempo no perdió nunca de vista que su objeto de estudio "Los procesos inconscientes" si bien podían adecuarse a la teoría física de la corriente de fluidos eléctricos gracias a su teoría de la "derivación por reacción", por cuanto se caracterizan por un montante del afecto, magnitud de excitación, que tiene todas las propiedades de una cantidad, es decir, es susceptible de aumento, disminución, desplazamiento y descarga que se extiende por los cuerpos, pero al contrario de la física, no poseemos medio alguno para medirlo (13)



Con esto nos introducimos en el segundo gran problema que había dejado planteado al principio, con respecto al objeto del psicoanálisis, me parece interesante considerar no el nombre en singular sino como lo propone Heidegger, "sector de objetos" o "campo de fenómenos" como lo define Freud pues efectivamente lo que Freud creó no fue solamente un objeto nuevo sino un campo, campo como terreno, como espacio, como se dice también del campo electromagnético, un campo que está sujeto a unas leyes particulares.



El campo de estudio del psicoanálisis se fue constituyendo cada vez más precisamente entorno al concepto "Fenómenos Inconscientes", los cuales para Freud, si bien no podían ser conocidos por medio de la experiencia positiva, sin embargo que estaban sujetos a unas leyes internas y que era por esas mismas leyes por las cuales podríamos conocerlos, es decir, el objeto en cuestión, si bien no cumple los criterios de la experiencia, la constatación, y la verificación puede mantenerse en el campo de las ciencias de la naturaleza por cuanto no son aleatorios, ni mágicos, ni fantasmagóricas suposiciones, sino que están sujetos a leyes. Así, posicionar al Inconsciente fue tal vez una tarea menos difícil que la que le implicó otro concepto este si estrictamente psicoanalítico frente al cual recibió siempre desde las ciencias naturales "la despectiva afirmación de que no podía confiarse en una ciencia cuyos conceptos superiores son tan poco precisos como el de pulsión en psicoanálisis" A ello respondió con una propuesta metodológica diciendo que los conceptos fundamentales claros y las definiciones precisamente delimitadas no son posibles en las disciplinas científicas sino cuando las mismas intentan integrar un conjunto de hechos dentro del cuadro de una construcción sistemática intelectual" (14)



El campo de fenómenos pues de los que el psicoanálisis se ocupa se mueve de un polo a otro, del inconsciente a la pulsión, esta sí entrañando enormes dificultades para ajustarla al modelo y fue ella, aún antes de que hubiese podido nombrarla como concepto fundamental del psicoanálisis, la que le dio desde el comienzo de su ciencia el carácter de atópico a su objeto. En la llamada querella de los métodos, incluso frente al dualismo mente - cuerpo , Freud se topó siempre con el problema de cómo inscribir una carga energética que no podía medir y que era irreductible, que se desplazaba por los cuerpos como un fluido eléctrico, pero del que el modelo físico ni químico satisfacían . Así la pulsión es un concepto estructuralmente paradójico a las ciencias haciendo inútil todo intento de reducción ya fuese a ala biología, ya fuese a una teoría del espíritu o de la mente. La pulsión en tanto que concepto límite entre lo psíquico y lo somático, como representante de lo somático ante lo psíquico, introduce en el "campo de fenómenos " del psicoanálisis y en el campo de las ciencias, una categoría de cuerpo diferente a lo orgánico y una categoría de psíquico diferente del espíritu.



Para terminar se puede plantear dos direcciones nuevas para pensar el problema del método psicoanalítico.



Por un lado, cada una de las ciencias había tomado en un largo proceso por supuesto, una propuesta metodológica, para las Ciencias de la Naturaleza es la EXPLICACION (Erlarken), para las Ciencias del Espíritu es COMPRENDER (Vertsehen) que tenía ya su tradición en la historia y en la teología, la hermenéutica, Freud allí también propone un terreno nuevo que no se implica en ninguna de ellas en particular y propone la INTERPRETACION (Deutung) al comienzo de su trabajo y CONTRUCCION una vez que ha encontrado un estatuto al interior de su disciplina para la pulsión.



Por otro lado se podrá interrogar de qué manera han incidido en el método finalmente analítico de Freud, hay que recordar que el significante PSICOANALISIS nombra no exactamente una disciplina sino un método, de que manera han incidido en la construcción del método analítico de Freud dos vertientes que estaban en su origen. El método CRITICo TRASCENDENTAL de Kant de quien toma apoyo para definir originalmente su objeto y del modelo físico químico, de las ciencias naturales a partir del cual propone que la palabra análisis significa descomposición, desagregación, lo cual hace pensar en la tarea del químico sobre las sustancias, de igual manera el analista se enfrenta con las pulsiones.







Notas



(1) HEIDEGGER, Martín. "La Epoca de la Imagen del Mundo" Caminos de Bosque. Madrid : Alianza Universidad (Número 793 ) 1984 Pág. 77



(2) ASSOUN, Paul Laurent. Introducción a la Epistemología Freudiana. España : Edit Siglo XXI, 1982. Pag.41



(3) ASSOUN, Paul Laurent. Ibid. Pág. 71.



(4) MARDONES, J.M. Filosofía de las Ciencias Humanas y Sociales. España : Anthropos, Editorial del Hombre. 1991. Pág 87



(5)FREUD, Sigmund. Lo Inconsciente. España : Edit Biblioteca Nueva 1973. Tomo II Pág. 2061



(6)FREUD, Sigmund. Ibid. Pág. 2064.



(7) FREUD, Sigmund. Proyecto de una Psicología para Neurólogos. España : Edit Biblioteca Nueva, 1973 . Pág. 211



(8) FREUD, Sigmund. Compendio del Psicoanálisis. España : Edit. Biblioteca Nueva, 1973. Tomo III pág. 3379



(9)BELLOCH, Amparo y Cols. Manual de Psicopatología. España : Edit Mc Graw Hill, 1997. Vol. II pág. 58.



(10)DSM IV



(11)FREUD, Sigmund. Lecciones Introductorias al Psicoanálisis. España : Edit. Biblioteca Nueva, 1973. Tomo II pág. 2159 y anteriores



(12)HEIDEGGER, Martín. Op. Cit. Pág. 81.



(13)FREUD, Sigmund. Las Neuropsicosis de Defensa. España : Edit. Biblioteca Nueva, 1973. Tomo I Pág 177.



(14)FREUD, Sigmund. Las Pulsiones y sus Destinos. España : Edit. Biblioteca Nueva, 1973. Tomo II Pág 2040.

domingo, 5 de septiembre de 2010

DECLINAN A UN PADRE: UN FANTASMA RECORRE EL PSICOANÁLISIS

Enrique Delgado Ramos



En la presente ponencia evaluaremos críticamente la amplia difusión que la hipótesis de la declinación del padre posee en la literatura psicoanalítica. Para ello, nos basaremos en los trabajos realizados por Markos Zafiropoulos (2002, 2006a, 2006b, 2006c) y, de acuerdo con este autor, sostendremos que la difusión de dicha hipótesis, a pesar de los datos históricos que la refutan, hunde sus raíces en la nostalgia del padre, propia de la novela familiar descrita por Freud (1988c). Partiendo de ello, destacaremos que el estudio psicoanalítico de las paternidades de nuestro tiempo requiere diferenciar y articular los aspectos estructurales e históricos relacionados con la constitución del psiquismo. De allí el valor heurístico de distinguir entre el padre de familia y la función simbólica del nombre del padre, pero también, entre el hijo de familia y el sujeto del inconsciente.

1. La hipótesis de la declinación del padre

Esta hipótesis puede encontrarse en autores de las más diferentes orientaciones teóricas, tanto en aquellas relacionadas con la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) como en las diferentes escuelas lacanianas. Enmarcada en los cambios que la estructura familiar ha experimentado a lo largo de los años, suele utilizarse con tres principales propósitos:

• Primero, para explicar el origen del propio psicoanálisis en la Viena de fines del siglo XIX, en donde la declinación de la familia patriarcal se habría percibido de manera particularmente intensa (Lacan 1978; Roudinesco y Plon 2008; Roudinesco 2006, 1994). Así, el psicoanálisis habría sido a la vez “(…) el síntoma y el remedio de un malestar de la sociedad burguesa, presa de las variaciones de la figura del padre “ (Roudinesco 2006: 100)

• Segundo, para explicar diversas manifestaciones del malestar en la cultura actual, como es el caso de los fenómenos de violencia social. Por ejemplo, Emiliano Galende destaca que:

“(…) los cambios en el lazo social, por la pérdida o atenuación de las identificaciones ideales con el padre, que, insisto, no abolían la agresividad pero la organizaban en sus sentidos colectivos e históricos, genera una violencia más flotante, inespecífica, que tiende a buscar su organización con la forma de colectivos de nuevo tipo, como bandas, grupos de “autoayuda”, neocomunidades, agrupamientos religiosos o místicos, nacionalismos xenófobos, fundamentalismos políticos o terrorismo” (Galende 1997: 234)

• Tercero, para explicar el incremento en la prevalencia de los trastornos narcisistas y borderlines, ó, en general, las denominadas “nuevas patologías” o los “nuevos síntomas”. Actualmente, estaríamos frente a configuraciones familiares distintas de la familia burguesa productora de las subjetividades estudiadas por Freud. En esa medida, las transformaciones sociales de la familia conllevarían un debilitamiento de las figuras identificatorias que estarían a la base de las problemáticas de estructuración subjetiva (Cantis 2000, Lasch 1991).

Un padre en declive cunde pues, tanto en la historia del psicoanálisis como en la clínica del caso y el análisis social. Veremos ahora algunos de los aspectos problemáticos que el sostener dicha hipótesis conlleva.

2. Problemáticas

Empecemos recordando cómo era la situación del pater familias romano, cuya autoridad social era menos absoluta de lo que en ocasiones se ha difundido. De acuerdo con el historiador Paul Veyne , si el pater familias tenía una esposa más noble y rica, ésta podía “pasar” tranquilamente de su autoridad. Asimismo, existía en Roma, aproximadamente un 30 % de población esclava, a cuyos padres no les corresponde ciertamente la imagen de un padre con una potente autoridad, posteriormente declinada. . Adicionalmente, Veyne nos refiere que en las familias de libertos podía darse que un hijo tuviera a su propio padre como esclavo. Muchas otras cosas se podrían decir respecto al mundo antiguo. Lo que queremos destacar es que el valor social del padre varía enormemente en cualquier periodo histórico o ubicación geográfica como para ubicar un declive particular en, por ejemplo, la Viena del siglo XIX.

Como se ha señalado, algunos autores han propuesto que la crisis familiar vienesa, caracterizada por el declive de la autoridad del padre, sería una línea explicativa del origen del psicoanálisis y el descubrimiento del Edipo. Sin embargo, si recordamos la situación social de los padres de los pacientes de Freud, es por lo menos difícil sustentar dicho planteamiento. Recordemos por ejemplo, cómo describe Freud al padre de Dora:

“En el caso cuyo historial nos disponemos a comunicar, el círculo familiar de la paciente – una muchacha de dieciocho años- comprendía a sus padres y a un único hermano, año y medio mayor que ella. La persona dominante era el padre, tanto por su inteligencia y sus condiciones de carácter como por las circunstancias externas de su vida, las cuales marcaron el curso de la historia infantil y patológica del sujeto. Gran industrial, de infatigable actividad y dotes intelectuales poco vulgares, se hallaba en excelente situación económica…” (Freud 1988d: 940)

Señalemos también que Max Graf, el padre de Juanito, era crítico y musicólogo en Viena, o que el padre de Serguei Constantinovich, el hombre de los lobos, era un político perteneciente a la nobleza terrateniente de Rusia (Roudinesco 2008, Zafiropoulos 2002) .

Respecto a la declinación del padre como línea explicativa del surgimiento de la violencia social, debemos recordar que los tiempos pasados no se han caracterizado precisamente por sus condiciones de paz, ya sea en el plano social o en el plano doméstico. Disponemos ciertamente de pocos datos al respecto, pero, por ejemplo, para el caso de Francia, sabemos con Theodore Zeldin que en 1851 la tasa de crímenes era de 19,7 por cada 100,000 habitantes. 100 años después, en 1946 esta tasa se redujo a 4,5 por cada 100,00 habitantes, es decir, cinco veces menos.

Con respecto a la violencia en el plano doméstico, pensemos que si aún hoy en día existe un sub reporte de las situaciones de violencia sobre la niñez o la mujer, a pesar de las conquistas en términos de derechos y de dispositivos legales en general, pues no tenemos motivos para suponer que en la antigüedad, cuando estos aspectos no estaban presentes, la violencia doméstica era menor. Pero yendo incluso más allá, el supuesto déficit de lo simbólico que, concomitante al declive del padre, estaríamos experimentando, olvida que lo simbólico no tiene solamente una función de orden, apolínea, sino también una cara letal: las masacres de masas se hacen, precisamente, en el nombre del padre (Zafiropoulos 2006a: 9). Si nos quedara alguna duda, recordemos entonces la historia de violencia política vivida en el Perú en las últimas décadas.

Ahora bien, respecto a la declinación del padre como explicación del surgimiento de las nuevas patologías, señalemos para empezar que este discurso sobre las nuevas patologías, no es tan nuevo en realidad. Desde la primera mitad del siglo XX diversos psicoanalistas creyeron ya atisbar un cambio en las patologías.

Un caso paradigmático es el de Lacan, quien entre 1938 y el inicio de los cincuenta postula una tesis que, de diversas formas, encontramos aún hoy en día. Resumiendo al máximo, en este primer periodo, Lacan propone que el debilitamiento (o ausencia) de la figura paterna conllevaría a una inadecuada estructuración psíquica, en tanto el aferramiento a la madre no sería compensado por la idealización de la figura paterna. Y es precisamente este agravamiento de la declinación de la imago paterna la que explicaría el cambio en la clínica que él cree observar. Por eso, señala Lacan (1978), el surgimiento de patologías como las toxicomanías, la anorexia, las violencias sociales y los suicidios no violentos. Curiosamente, varias de aquellas manifestaciones sobre las que, más de 70 años después, se destaca su actualidad.

Sin embargo, sabemos ahora que Lacan deduce sus planteamientos sobre la declinación de la imago paterna de la ley de contracción familiar durkhemiana, es decir, del supuesto paso desde las formas extensas de familia (familia patriarcal, familia paternal) hasta la familia conyugal, proceso que involucraría el debilitamiento social de la autoridad de su jefe . En esta línea, sabemos también, gracias a los datos obtenidos desde mediados de los sesentas por historiadores de la Escuela de Cambridge como Peter Laslett , que la ley de contracción familiar es históricamente insostenible. No obstante, debemos hacer justicia a Lacan, y señalar que, de la mano de Levi Strauss, deja de lado los planteamientos durkhemianos en favor de una perspectiva más bien estructural (Zafiropoulos 2002, 2006b) .

Nos hemos detenido un poco en este autor, pues su evolución conceptual muestra el paso desde un planteamiento culturalista, en el que la estructuración edípica sería una variable de lo social, hacia un planteamiento estructural en el que, más allá de las características sociales y ambientales, se destaca una función simbólica que puede, o no, ser encarnada por la persona del padre de familia. Es justamente por ello que:

“Incluso en los casos en que el padre no está presente, cuando el niño se ha quedado solo con su madre, complejos de Edipo completamente normales – normales en los dos sentidos, normales en cuanto normalizantes, por una parte, y también normales porque desnormalizan, quiero decir por sus efectos neurotizantes, por ejemplo- , se establecen de una forma homogénea con respecto a los otros casos” (Lacan, 1999: 172)

“Hablar de su carencia (del padre) en la familia no es hablar de su carencia en el complejo” (Lacan, 1999: 173).

En esta línea, la noción de Nombre del Padre nos permite diferenciar la persona del padre de la función simbólica que impone la ley primordial de la interdicción del incesto. Huelga decir que, en lo esencial, este segundo planteamiento es más cercano a las propuestas freudianas pues para él, el Edipo es universal y la propia sociabilidad es concomitante al parricidio originario (Freud 1988b)

3. Reflexiones

Los ejemplos mencionados nos han permitido mostrar cómo la hipótesis de la declinación del padre y sus correspondientes efectos patógenos, goza paradójicamente de buena salud, dentro y fuera del psicoanálisis, a pesar de que hace más de tres décadas sus fundamentos históricos hayan sido severamente cuestionados. ¿A qué se debe entonces su vigencia?

Seguramente muchos elementos inciden al respecto. Por nuestra parte, compartimos la interpretación de Zafiropoulos, quien sostiene que:

“Por lo tanto, bajo la nueva versión de la crisis de autoridad, la novela familiar analizada por Freud sigue infiltrándose no sólo en el registro de la opinión pública, sino también, y por el lado de los doctos, en las investigaciones socioclínicas, acreditando por lo mismo ese verdadero fantasma social que se podría enunciar del siguiente modo: un padre está decayendo." (Zafiropoulos 2006a:33)

Ahora bien, lo dicho hasta acá no significa, en modo alguno, desconocer la presencia de diversas transformaciones sociales que dificultan el ejercicio suficiente de la paternidad, como por ejemplo el hecho concreto del limitado tiempo que existe para la familia en las condiciones laborales exigidas por el capitalismo tardío. Tampoco desconocemos los cambios en el sistema patriarcal ni las diferencias que en el ejercicio de la autoridad paterna podríamos encontrar quizá entre algunos de nosotros y nuestros abuelos. Lo que planteamos más bien es que el estudio de estos aspectos no debe venir acompañado de una ficción, según la cual "había una vez... una familia y un jefe protectores".

Asimismo, tampoco se pretende restar importancia al campo de las relaciones con la imagen y la persona que encarne la función paterna. Lo que destacamos es que debe distinguirse dicho registro de los efectos inconscientes de la función paterna propiamente dicha (Lacan 1984: 267). En esta línea, es importante examinar sin sobrestimar la novedad y el impacto de los nuevos roles paternos sobre la estructuración psíquica. La contundencia de las transformaciones socioculturales tanto en el caso de la paternidad como en muchos otros aspectos, conllevan el riesgo de que en el estudio de las mismas se incurra en un familiarismo que no distingue, ni relaciona con claridad los aspectos estructurales e históricos de la constitución psíquica.

Sabemos desde Freud que el sujeto está descentrado del yo. En esa línea, es importante distinguir entre el in - dividuo y el sujeto dividido, el sujeto del inconsciente, el cual excede la socialización del hijo de familia. Precisamente, los conceptos de Nombre del Padre y Sujeto del Inconsciente rompen con la posibilidad de establecer una continuidad lineal entre los cambios sociales, como los relacionados con el ejercicio contemporáneo de la paternidad, y la constitución psíquica. Evitemos malentendidos, no sostenemos que no exista relación, sino que ésta dista de ser refleja como consideramos ocurre cuando se relacionan especularmente las características de la “cultura narcisista” con las patologías narcisistas (p.e. Lash 1991). Estas perspectivas descuidan el elemento de ruptura con lo social presente también en el síntoma, en tanto expresión de la singularidad del sujeto y en tanto manifestación de las limitaciones de la homogenización de las modalidades de satisfacción pulsional (goce) prescritas por la cultura (Soler 2001).

Señalemos para concluir que la comprensión de los aspectos estructurales e históricos relacionados con la paternidad, supone para el psicoanálisis un auténtico reto conceptual y metodológico: la articulación de la clínica del caso y la clínica de lo social. Dicho aspecto será materia de otros trabajos.

REFERENCIAS

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(1988c)Volumen 7 (1908). La novela familiar del neurótico.

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Ureta de Caplansky, M. (1994). Histeria y border: ¿Qué le ofrece la cultura a la mujer? En Andares. Revista de la Asociación de Psicoterapia Psicoanalítica, 1, 62-68.

Zafiropoulos, M. (2006a). Para una clínica freudiana de la violencia. La ignorancia de lo sociológico como sin salida psicoanalítico. En Assoun, P.L. y Zafiropoulos, M. (dir). Lógicas del síntoma – Lógica pluridisciplinaria. Buenos Aires: Nueva Visión.

(2006b). Lacan y Lévi —Strauss o el retorno a Freud (1951-1957). Buenos Aires: Manantial.

(2006c). Psychanalyse et pratiques sociales ou la preuve par la psychanalyse. En Assoun, P.L. y Zafiropoulos, M. (dir). Psychanalyse et Sciences sociales. Universalité et historicité. Paris: Economica – Anthropos.

(2002). Lacan y las ciencias sociales. La declinación del padre (1938-1953). Buenos Aires: Nueva Visión.

sábado, 4 de septiembre de 2010

El paradigma del desencadenamiento. Jacques Lacan y el campo de la psicosis

José Méndez *


A- Introducción


Con la desaparición de Lacan, en el campo de la psicosis, quedan extendidos los lazos para anudar con mayor teoría la clínica. La segunda clínica de Lacan deja preparada cuestiones que serán abordadas por sus discípulos en este campo. Es posible, que estemos en los principios de esta consolidación de una primera etapa en estas cuestiones, los encuentros de Anger, Arcachon y Antibes, en los fines del 90´, podrían ser considerados incipientes movimientos que intentan plasmar, una relectura de la herencia lacaniana en materia de psicosis. Esta evolución de conceptos, por el momento, parece algo dispersa y debe consolidarse con la clínica.



El concepto de la forclusión del nombre del padre, no modificó el planteamiento de la cura analítica en la psicosis, no obstante, luego de la muerte de Lacan algunos de sus discípulos comienzan con “el otro centramiento” del que habló el “maitre”; si bien lo no reprimido no se interpretará, será posible alguna elaboración. Se modifica, entonces la clínica de la psicosis apuntando a una moderación del goce para permitir una elaboración de suplencias. Esto cuestiona la pertinencia del concepto de forclusión del nombre del padre.



La pluralización del nombre del padre, su declinación y aplicación en los nudos borromeos y la fijación final al síntoma permitieron el encuentro con otras soluciones subjetivas en materia de suplencia a la función del Padre.



Precisamente, la pluralización del Nombre del Padre, permite la apertura hacia una ley subjetiva que se sostiene en el sinthome ya que este anuda el goce-sentido, por lo cual el Nombre del Padre ya no puede ser considerado un universal, sino una invención subjetiva posible. La forclusión no será, entonces, entendida como un universal a reparar, existirá la posibilidad de suplencias en la psicosis, relacionadas con la clínica borronea. De esto se testimonia en Angers, Arcachon y Antibes. Entonces, tenemos:





1) Primera clínica, discontinuista con el mantenimiento de categorías netas como neurosis-psicosis-perversión. Es segregativa, con un rasgo diferencial permanente –el Nombre del Padre- cuya represión o forclusión define una estructura neurótica o psicótica.





2) Segunda clínica, continuista, dedicada al estudio de las deformaciones o rupturas de los anudamientos de la estructura del sujeto. En la que no se puede distinguir un elemento diferencial, que no es segregativa y a partir de la cual se amplía la concepción del Nombre del Padre, se toma su pluralización. Entonces, la metáfora paterna es un aparato del síntoma entre otros cuyo fin será el de garantizar la articulación entre la operación significante y sus consecuencias sobre el goce del sujeto.


Para leer el texto completo ir a: http://www.psikeba.com.ar/articulos/JM_psicosis_paradigma_desencadenamiento.htm

CLÍNICA LACANIANA DE LOS FENÓMENOS ELEMENTALES EN LA PARANOIA: HISTORIA Y TEORIA

Kepa Matilla


Complejo Asistencial de Burgos

Resumen:

En este texto intentamos dar ciertas indicaciones sobre la cuestión de los llamados «fenómenos

elementales» en la paranoia, entendida ésta tanto en el sentido prekraepeliniano

como en su versión reducida. Dicha cuestión es de lo más escabrosa por cuanto afecta directamente

a ciertos aspectos clínicos: los fenómenos elementales inclinan el diagnóstico

hacia la psicosis y poseen la misma estructura que la locura plenamente articulada. Se tratará

la cuestión de la relación de tales fenómenos con las alucinaciones y los delirios en la

historia de la psiquiatría, haciendo hincapié en cómo Jacques Lacan retoma dicha problemática.

También nos centraremos en la interpretación, fenómeno por excelencia de la

paranoia.

Palabras clave: fenómenos elementales, alucinación, delirio, Lacan, paranoia, historia de la psiquiatría.
 
Para leer el texto completo: http://www.frenia-historiapsiquiatria.com/pdf/fasciculo%2012/Kepa%20Matilla.pdf

viernes, 3 de septiembre de 2010

LA ESTRUCTURA:

¿ES PERTINENTE AÚN PARA LA CLÍNICA PSICOANALÍTICA?


Carlos Guzzetti Luis Vicente Míguelez





La estructura no tiene preferencia por nadie; es, pues, terrible (como una burocracia).

No se le puede suplicar, decirle: “Vea como soy mejor que H . . .”

Inexorable, responde: “Usted está en el mismo lugar; por lo tanto es H . . .”

Nadie puede alegar en contra de la estructura.


Roland Barthes
Fragmentos de un discurso amoroso









La noción de estructura aporta a la clínica psicoanalítica una dimensión superadora de la descripción sintomática. En esto reside una de las diferencias del diagnóstico en psicoanálisis respecto de la concepción médica. Así síntomas semejantes pueden formar parte de cuadros clínicos completamente diferentes.



Las estructuras clínicas han sido concebidas como modo de posicionamiento del sujeto ante el drama universal de la castración. La clínica de nuestro tiempo nos ha enseñado también a reconocer las fronteras de esta conceptualización.



Tal vez sea conveniente hablar de lo paradojal de la estructura en tanto caracterizada más por su falla que por su consistencia. Es lo que hace que el sujeto no se asiente bien en ella y que el cálculo de lo por venir sea siempre poco certero. Reducir esta falla a la castración deja a la experiencia analítica enflaquecida. Si bien el complejo de Edipo y su articulación con la castración es ciertamente estructurante del psiquismo no deberíamos confundirlo con la estructura psíquica.



¿Será posible conservar la estructura y no perder la libertad del sujeto? Cierto es que no podemos asegurar nada respecto a la libertad, pero pensamos que algo de lo que aún no está determinado (a diferencia de una burocracia) es necesario habilitar en un análisis. Que la falla de la estructura devenga en apertura hacia el otro.



La alteridad radical sería entonces, la manera en que se hace presente lo no estructurante de la relación con el Otro. En esta dimensión se juegan la locura y la creación artística y también todo lo que en la experiencia analítica escapa a la interpretación, si bien no a su trabajo.



La labor analítica bascula entre el determinismo estricto y la apertura a un “nuevo comienzo” que da lugar a la acción del azar. Azar del encuentro con el otro, el que pueda producirse en la escena transferencial. El trabajo sobre la transferencia en tanto actualización de los fantasmas del sujeto es soportado por la presencia del analista en su singularidad, esencialmente incalculable. Descompletando por definición toda estructura, su presencia real habilita una magnitud transverbal que posibilita un nuevo comienzo, un verdadero acontecer en el que la palabra adquiera dimensión realizativa.



Lo nuevo, lo por venir ¿será lo que la estructura fije, transformando lo venidero en un recuerdo del pasado a la manera del déjà vu o bien la oportunidad para que lo incierto tenga su manifestación, creando en el tiempo una brecha en la que el pasado y el futuro no aniquilen al presente?



La experiencia analítica contiene, para decirlo en términos literarios, el sonido y la furia, que ponen en permanente cuestión a la estructura del relato. Acaso en esto consista la libertad que el acto analítico ofrece a la cultura de nuestra época: escribir lo indecible.