domingo, 11 de mayo de 2008

::LA CLINICA Y SU FORMULACION TEORICA: UN CUESTIONAMIENTO DE LA NOCION DE SINGULARIDAD

LA CLINICA Y SU FORMULACION TEORICA: UN CUESTIONAMIENTO DE LA NOCION DE SINGULARIDAD

Fuente: www.efba.org/efbaonline/montoro-01.htm

Alejandro Montoro

(*) Jornadas Aniversario "30 años de Escuela (1974-2004)". Escuela Freudiana de Buenos Aires. 1, 2, 3 y 4 de Julio de 2004.

Invitados a escribir sobre los ejes temáticos planteados por la organización, no quedaba otro sitio que "Grandes temas del psicoanálisis". No creo que éste sea un "gran tema" en su dimensión clínica pero sí creo que es en su conceptualización: la noción de lo singular y las conexiones, deslizamientos, tramas y pérdidas entre lo singular y su teorización.

La preocupación por como trasmitir lo intransmisible, como teorizar una experiencia con características tan particulares, se ve reflejada cada vez que los analistas pretendemos avanzar por sobre la huella de las marcas de los que reconocemos como los maestros. Cuestión que retorna una y otra vez cuando de validar una experiencia se trata; y creo que una noción "liviana" Y "tranquilizadora" de la singularidad hace que el debate al respecto quede sofocado.

Lo singular

Ante la pregunta de qué es el psicoanálisis, Lacan responde por allí "lo que sucede en un análisis". Esto, que en su sencillez aporta de manera inusitada a la des-sustancialización del mismo, afirmando que solo se podrá predicar lo que se lea en sus efectos, genera por contrapartida, el problema de cómo producir términos compartidos que permitan avanzar conceptualmente y que la teorización no "muera" dentro de límites endogámicos. Cuando de su ubicación en el campo de la cultura se trata, hay que situar éstos problemas para no convertir la experiencia en una entelequia o en una mistificación.

El caso por caso, el uno por uno, el olvido de la teoría, la invención, son definiciones que se reconocen rápidamente y ¡quien las cuestionaría en su sentido amplio!. Afirmaciones que apuntan a situar la especificidad de nuestro artificio y fundamentar la clínica analítica en la apuesta por el sujeto en su dimensión singular, irreductible a ciertas formas en que la racionalidad moderna, define sus objetos y sus productos.

Los que estamos aquí sabemos lo que significa navegar por las aguas de la incertidumbre, que ésa in-certidumbre es un destino, sabemos también del precio de la deposición subjetiva con que se paga ser soporte de la transferencia, y que ésa es la estofa misma del psicoanálisis; pero esto no salda ni de cerca la cuestión si se quiere ir más allá, al punto de situar cuales son los mediadores lógicos operantes en el pasaje de lo singular a un estatuto que mencionaré –por ahora- de consenso, o de formas compartibles establecidas en la experiencia, como una de las caras de la teorización.



Hay momentos en que la distancia entre el contenido de éstas reflexiones y la textura de la clínica que nos causa día a día es tal que, pañuelito en mano, quisiera despedirme de un trabajo de algunos años; pero al modo del retorno de lo reprimido, éstos problemas insisten buscando tramitación. Insisten al diferenciarse del discurso universitario, al diferenciarse del discurso de la ciencia, insisten tanto que, psicoanalista al fin, no puedo menos que interrogar lo no tramitado de la insistencia.

Entonces vuelvo y pregunto:

¿Cuales son las formas que en nuestro campo toman la producción de saberes compartidos que pueden devenir teoría, o sea, articulables a que criterios de validación.?

Una vez más el monstruo

Es extensísima la producción acerca del encuentro o desencuentro entre el psicoanálisis y la ciencia, desde quienes lo ubican dentro de ése campo sin más trámite, hasta lo que sostienen que nada tiene que ver con el discurso científico. Mi impresión es que en éste debate la cuestión circula con una tonalidad filosófica, entre teoría y teoría (con una consecuencia última y velada de validación articulada al principio de autoridad, esto es, lo que dice tal o cual).

Si hay pertenencia o irreductibilidad entre LA ciencia y EL psicoanálisis. Como totalidades cerradas.

Explicito lo que entiendo como una definición mínima de ciencia: forma predominante de organizar las creencias, apunta a la explicación y comprensión de los fenómenos, predice, universaliza y dá razones de sus fundamentos con recurso a la experiencia. Sus productos se definen en relación y tensión entre "la teoría" y "los hechos" articulables a los modos de validación y modos de descubrimiento y en un marco de regulaciones jurídicas.

¿Está el psicoanálisis atravesado por las coordenadas racionales de la Modernidad.? Parece impensable que no se den razones articulables a la experiencia de lo que se hace, por lo tanto creo que tiene el desafío de mostrar y hacer demostrable su lógica y la forma de lectura de sus efectos.

Desde aquí se pueden situar mejor los bordes y las fronteras entre estos campos, pero a condición de invertir la cuestión. No abordar desde lo que se cree que ES cada campo sino desde la interrogación a fondo de la trama en juego en la experiencia clínica y la forma que ésa trama adquiere en la producción teórica. Que quiere decir en la clínica "un hecho de experiencia".

Escenario del debate y apelación a los maestros

Es bastante curioso que sea dentro del psicoanálisis mismo –y predominantemente en algunas vertientes del lacanismo- que pareciera "renegarse" del espíritu científico de Freud y de la interlocución constante con la ciencia de Lacan.

Freud construyó su teoría según los modos de producción específicos de la investigación científica. Esa era además su pretensión confesa. Su clínica creo que lo llevó hacia otros senderos.

Solo por mencionar algún fragmento especialmente significativo:

En "Lo inconciente", plantea a éste como una hipótesis justificada:

"Desde muchos ángulos se nos impugna el derecho a suponer algo anímico inconciente y a trabajar científicamente con ese supuesto. En contra, podemos aducir que el supuesto de lo inconciente es necesario y es legítimo, y que poseemos numerosas pruebas en favor de la existencia de lo inconciente...".

Subrayo: "el derecho a suponer", "trabajar científicamente", "supuesto necesario y legítimo", "numerosas pruebas de su existencia". Casi un compendio de lo que serían los requisitos de una ciencia: mostrar con que derecho , articulado a que pruebas verificables en la experiencia se afirma lo que se afirma.

Lacan estuvo bien preocupado por las relaciones entre el Psicoanálisis y la Ciencia, tomó a ésta como punto de partida y se preocupó siempre por situar los posibles puntos de contacto e irreductibilidad entre estos campos. Son incontables las referencias que hace a la ciencia, y bastarían algunos recortes de sus Seminarios y Escritos para ayudar a construir una lectura al respecto. La ciencia es esencial para la existencia del psicoanálisis. Sostiene en "la ciencia y la verdad": "...es impensable que el psicoanálisis como práctica, que el inconsciente, el de Freud, como descubrimiento, hubiesen tenido lugar antes del nacimiento, en el siglo que ha sido llamando el siglo del genio, el XVII, de la ciencia"

O bien esta curiosa afirmación en el mismo texto: "El sujeto sobre el que operamos en psicoanálisis no puede ser sino el sujeto de la ciencia"

Sostiene la interrogación explícitamente en el Seminario XI: ¿el psicoanálisis en sus aspectos paradójicos, singulares, de aporía, puede considerarse, entre nosotros, como constituyentes de una ciencia?"

No creo del todo saldada aun la objeción a Freud acerca de que el psicoanálisis es al modo de "si es cara gano yo, si es seca pierdes tu"; y sus coletazos llegan hasta las leyes que pretenden regular la actividad. Hay respuesta posible?, no la hay?. Es un problema

El psicoanálisis se muestra irreductible a las formas en que la racionalidad moderna define sus objetos, en tanto hipótesis de lo inconciente y sus eficacias; pero es en el marco de esa racionalidad donde parece llamado a dar sus razones.

El caso por caso y algunas preguntas

Para avanzar en esto no encuentro mejor camino que abordar la estofa misma de la producción teórica, esto es la noción de "caso".

El caso por caso en la ilusión de ser "cada vez" deja un resto que retorna como dificultad de mostrar el proceso. No parece aun establecido cuales son las formas lógicas que hacen posible la construcción teórica de eso que se supone singular. Situar que lógica opera tiene implicancias decisivas en la noción de lo "singular", y su relación con las categorías conceptuales en que la experiencia queda enhebrada.

Les propongo una pregunta simple :

¿Cómo es posible que, irreductible a las predicciones y a los universales, el psicoanálisis sostenga el trabajo con los historiales Freudianos?

Otra más simple aun, pero de similares connotaciones lógicas: ¿por qué extraña razón en las presentaciones clínicas no hay tantas posturas como gente hay presente?

Parece haber allí algo que excede por mucho el nivel de lo singular.

La "singularidad del caso" encierra una paradoja, dado que hablar de caso implica, aunque no se lo mencione, evocar un complejo entramado conceptual que hace de eso semiosis (o producción de sentido). El "caso", afirmaría, es un entramado complejo entre lo singular y lo universal (concepto que merecería un buen despliegue para no tentarnos prejuiciosamente hacia sus aristas más conocidas y cristalizantes). Digo mínimamente, lo que cierta comunidad de experiencia acepta como establecido por derroteros válidos para ésa comunidad.

En el seminario del acto analítico Lacan sostiene que "La interpretación resiste a cualquier universal" .y la define como "llave maestra, una especie de particular que abre todas las cajas". Y se pregunta ¿cómo diablos concebirla? Subrayo: resiste a cualquier universal, es una y abre todas. Parece que también tenía problemas con lo singular-universal.

Su forma lógica

Hasta donde he llegado, la obtención del caso en lógica tiene un nombre: abducción –o retroducción o inferencia de hipótesis-, forma inferencial relanzada por un lógico estadounidense que muchos conocerán, llamado Charles S. Peirce, sobre finales del siglo XIX y principios del XX-.

No es éste el espacio ni el tiempo para desarrollarla, pero solo diré que la "abducción" –fundamento de la semiosis o producción de sentido- ,se define por la lectura de ciertos rasgos o indicios desde reglas o modelos de interpretación, donde el caso –o hipótesis- sería la conclusión. Las llamadas "reglas" hay que entenderlas como las formas teóricas o práxicas de interpretar un fenómeno para hacer de ello sentido.

Entendido de éste modo, el caso porta en sí lo que podría llamarse universal en tanto resonancias de lo paradigmático, y se constituye al mismo tiempo de lo radicalmente singular.

Algunos desarrollos actuales ubican al psicoanálisis sostenido en ésta lógica llamada indiciaria . Estos articulan desarrollos de la semiótica (como decía la abducción es lo que permite entender la semiosis o producción de sentido) con formas inferenciales sostenidas por Freud (centralmente en "Construcciones en análisis"). Son muy interesantes pero los creo insuficientes para el psicoanálisis . Primero porque cualquier disciplina científica (de las llamadas precariamente duras o blandas) está sostenida en un momento de su desarrollo en una lógica indiciaria; y segundo porque no parecen diferenciar acto y reflexión sobre el acto como dos lógicas diferenciadas.

"Al menos dos…" planos lógicos

A pesar de que en "Consejos al médico" Freud comienza situando como un título de gloria del psicoanálisis la coincidencia de tratamiento e investigación, inmediatamente retrocede. Sospecha que allí algo no funcionaría. Cito un fragmento:

" La coincidencia de investigación y tratamiento en el trabajo analítico es sin duda uno de los títulos de gloria de este último. Sin embargo, la técnica que sirve al segundo se contrapone hasta cierto punto a la de la primera… El éxito corre peligro en los casos que uno de antemano destina al empleo científico y trata según las necesidades de este; por el contrario, se asegura mejor cuando uno procede como al azar, se deja sorprender por sus virajes, abordándolos cada vez con ingenuidad y sin premisas... en no especular ni cavilar mientras analiza..."

Ya se perfilan dos planos lógicos. Esto lo pongo en serie con una afirmación de Lacan en el seminario RSI, cita que se muestra muy convocante. -la he visto últimamente abriendo diferentes vías de trabajo-.

"Es indispensable que el analista sea al menos dos: el analista para tener efectos y el analista que a esos efectos los teoriza".

(ante diferentes traducciones tomo la que creo que es de R: R. Ponte que propone "y" en vez de "es". Es lo que marca dos posiciones diferentes).

Desde mi ángulo ésta afirmación es centralmente lógica y apunta a la raíz del problema.

"Al menos dos…". El acto y el caso

En el analista para tener efectos: no hay "caso". Es situable allí la dimensión del acto analítico. Dimensión que por definición excluye tanto las formas lógicas tradicionales que utilizamos –lo sepamos o no- la deducción y la inducción, como las no tradicionales (abducción y analogía) que utilizamos más aun y con menos noticias. Excluye lo inferencial por lo menos en las formas más situables en la experiencia.

No hay "caso" porque el acto se soporta en una lógica que no es la de la lectura de los indicios a la luz de un modelo, al modo abductivo; no es una hipótesis a comprobar, al modo hipotético deductivo; ni una derivación lógica al modo deductivo o inductivo.

Un recorrido por el acto psicoanalítico lo muestra como no calculable, no situable por fuera de la manipulación de la transferencia, únicamente sancionable por la lectura de sus efectos. No es modelo a aplicar, su temporalidad es lógica -lo posterior "produce" lo anterior pero en términos de sanción. La lógica tradicional excluye el tiempo, la lógica del acto lo requiere y la experiencia de la que se habla no es externa.

Las distintas intervenciones del analista en la experiencia clínica, y que en sus efectos pueden tener el estatuto de "acto analítico" no están por lo tanto sostenidas en un sistema de inferencias racionales, sino en una función, deseo de analista -articulada centralmente a su pasaje analizante- e inmerso en el precipitado de las tramas conceptuales del psicoanálisis.

El analista está incluido en el cuadro... pero después lo pinta.

El analista que pinta el cuadro es el analista que a esos efectos los teoriza, trabaja en lo que se podría llamar un momento segundo donde el artificio se torna objeto de reflexión y puede constituirse el caso. Allí sí parece moverse en el plano de la lógica tradicional. O para ser más preciso, en el plano de una lógica donde sus diferentes formas inferenciales –nos guste más o nos guste menos- hacen sistema. En éste plano está el problema esencial que pretende tocar éste trabajo.

Dicho lo anterior, sostengo irremediable situar al menos dos planos lógicos diferenciados para entender los bordes y las fronteras entre lo singular y su teorización, donde lo que es radicalmente singular cobra en la noción de caso un entramado con las formas compartidas validadas de producción de sentido y donde se produce un entramado a pérdida con lo singular.

No es un riesgo para el psicoanálisis la búsqueda de sentido, no otra cosa sostiene en acto todo aquel que toma la palabra para testimoniar de su clínica o para hacer un desarrollo conceptual. El riesgo en todo caso es desconocer los planos en que el sentido tiene lugar y los que el sentido debe ser cuestionado.

Desde el momento en que se habla de algo que sucede con una pretensión mayor que el relato de un suceso, cuando se pretende establecer que algo parece funcionar de cierto modo, y esto implica entrar en el terreno de la producción teórica, ya lo singular ha caído en su estatuto.

Se está en un camino de búsqueda de lo que se podría llamar "pautas estructurales", tomando un concepto de U. Eco relacionado con el análisis de la poética.

Advertido del riesgo del aplastamiento de un discurso por otro, no veo otro camino por ahora que sostener la tensión en la búsqueda de los mediadores lógicos entre lo real de la clínica y el desarrollo conceptual. Solo ésa tensión va a permitir abrir una brecha entre: sostener que nada se tiene que ver, o adecuarse a los requerimientos formales de la cientificidad. Dos vertientes que no se oponen, pues por el amor o por el espanto dejan el problema sin tocar, impidiendo avanzar no solo en las formas que tiene nuestro artificio en la extensión, sino también en aportarle al discurso científico la pregunta por el sujeto y su deseo, modo de recuperarlo de lo que Lacan llama su forclusión.

¿Problemas extrínsecos?

Retomo algo dicho al principio. Si es cierto que el analista es al menos dos, en el plano de la teorización éstos problemas no pueden estar ausentes.

Y no lo están. Basta leer lo que se debate en relación a modalidades clínicas, a la validez del dispositivo en su eficacia, a los dispositivos de atención, y más internamente las cuestiones atinentes al Pase y nominación, para ver que las nociones de validez y eficacia de una praxis se cuelan por todos lados.

¿Esto es un problema? No, pues nunca estuvieron en discusión, si es que lo queremos ver.

Para muchos de nosotros y para muchos de los que transitaron y transitan por nuestros consultorios la vida es ..."mejor"...por la experiencia del psicoanálisis -y podríamos justificarlo sin necesidad de aplastar lo que es "singularmente mejor" para cada quien-. Este ha producido y reproducido teoría a los largo de sus más de cien años y no en singular. Si no, no estaríamos aquí. Pero ante la insistencia de la dificultad de transmitir lo imposible, avanzar sobre la lógica que subtiende sus diferentes momentos puede abrir un camino de soporte para lo imposible de decir y de consistencia para lo necesario de decir.